Lance Armstrong recordó las curiosas conversaciones con Sean Kelly durante sus primeros encuentros casuales con el excorredor irlandés, en su primera temporada como profesional, en 1992.

El estadounidense, que fue inhabilitado para competir en bicicleta por el famoso caso de dopaje, tiene un podcast, The Move, y en una de las últimas ediciones, dedicada a las secuelas del Giro de Italia, relató su primer contacto personal con Sean Kelly, entonces ciclista consagrado, en la fase final de su carrera, en la que logró un total de 193 victorias, entre ellas nueve clásicas de monumento, nueve París-Niza consecutivas y una Vuelta a España.

Armstrong y sus anfitriones en el programa antes mencionado debatieron el hecho de que algunos corredores hacen tratos durante las carreras, generalmente en situaciones de escape, ofreciendo pagar por la victoria.

Armstrong, que ha sido despojado de sus siete victorias en el Tour de Francia, dijo que cuando conoció a Kelly -en un encuentro casual al comienzo de su primera temporada profesional en 1992 con el equipo Motorola, cuando tenía apenas 20 años- lo primero que le dijo el irlandés fue que preguntara en qué moneda le pagaron al estadounidense por perder una carrera la semana anterior.

Armstrong explicó que, la semana anterior a la conversación con Kelly, había competido en el GP de Zúrich, carrera de la entonces Copa del Mundo, y que había integrado una fuga con dos oponentes, el ruso Viatcheslav Ekimov (Panasonic Sportlife) y el belga Jan Nevens (Lotto Mavic), e incluso pensó que podía vencerlos.

“Me empezaron a atacar por turnos y no tenía a Och [n.d.r.: el entonces director deportivo de Motorola, Jim Ochowicz], porque tuve un accidente con el coche del equipo unos kilómetros antes. Entonces Peter Post [director deportivo de Panasonic] y Jean-Luc Vandenbroucke [contraparte de Lotto Mavic] comenzaron a hablar mucho y comencé a preguntarme. ‘¡¿Qué está pasando a mis espaldas?!’, pensé”.

“Finalmente, después de responder a tantos ataques, Eki [Ekimov] se aisló y ganó la carrera, y yo quedé segundo”, continuó recordando Armstrong.

“Entonces, en la víspera de la próxima carrera… y no había hablado con Sean Kelly desde nuestra primera cita, me lo encontré en la entrada de un ascensor en el hotel donde nos alojábamos”.

“Así que las puertas del ascensor se abren y allí está el maldito Sean Kelly mirándome. Es el único en el ascensor y yo estoy solo y me digo, ‘ay no, ¿qué digo?’ Así que decido presentarme: ‘Hola Sean, soy Lance’. Espera en silencio a que se cierre la puerta y dispara: ‘Entonces, ¿te pagaron en rublos o en dólares?’ Y me quedé con las manos vacías…”, concluye Lance Armstrong.

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