Cada vez vamos teniendo más horas de luz y las temperaturas comenzarán poco a poco a suavizarse, lo que hace que nuestras ganas de salir a rodar a última hora del día aumenten. Y ello supone, en ocasiones, regresar a casa cuando el sol desaparezca. La circulación nocturna requiere una serie de atenciones y pautas que no debemos descuidar, ya que son directamente proporcionales a nuestra seguridad. Queremos darte unas recomendaciones para que tus nocturnas rutas no sean un peligro para la integridad física.
¿Qué dicen las normas de circulación?
Lo primero de todo es recordar las normas básicas que marca la Dirección General de Tráfico para circular de noche en bicicleta, de obligado cumplimiento si no queremos ser sancionados y, sobre todo, si queremos rodar de manera segura. La clave es que seamos visibles para el resto de vehículos, como mínimo, a 150 metros de distancia:
1. Tanto si circulamos por túneles, pasos subterráneos o de noche, será obligatoria la utilización de un sistema de alumbrado que constará de:
◦ Luz de posición delantera de color blanco.
◦ Luz de posición trasera de color rojo y un catadióptrico (reflectante) igualmente rojo y de forma no triangular. Los de color naranja en ruedas y pedales son opcionales.
2. Respecto al equipamiento que debe llevar el ciclista, la DGT indica que debemos llevar una prenda reflectante (no especifica cuál) por vías interurbanas que nos hagan visibles al resto de usuarios de la vía. Por eso es importante que revisemos nuestra equipación habitual y nos aseguremos que tiene algún detalle reflectante. Muchas marcas empiezan a incluir sus logos, u otro tipo de añadidos de este tipo (en la ropa, zapatillas, etc.).
Es importante recordar que las maniobras que realicemos tenemos que señalizarlas. Es una norma fundamental para circular tanto de día como de noche, y entendemos que de vital importancia, con la misma idea de hacernos visibles y que los demás vehículos puedan vernos, saber nuestras intenciones y respetarnos.
Ver correctamente
Aunque suene a obvio, no es algo fácil de conseguir. Bien sea cuando el sol comienza a caer y se esconde detrás de las montañas o bien sea por esos días grises plomizos, donde parece que las nubes se nos van a caer encima, aún cuando sean las cinco de la tarde, la visibilidad cae en picado. Por no decir cuando nos pilla la hora y se nos hace completamente de noche. En este punto debemos hablar de cómo tener una buena visión:
1. Iluminación delantera:
En la parte delantera debemos llevar una luz blanca que, cuando haya luz solar nos sirva como luz de posición y de noche sea nuestra principal fuente de iluminación.
Por cierto, aunque la mayoría de las luces cuentan con una función que las hace parpadear, es mejor no utilizarla de noche porque puede deslumbrar a los conductores de los demás vehículos. Para elegir la más adecuada, debemos conocer los siguientes parámetros importantes:
De día no importa la improvisación, perdernos un rato o no saber dónde estamos. De noche la cosa cambia.
a. Flujo luminoso: la cantidad de luz percibida por el ojo de una determinada fuente. También podemos definirlo como la cantidad de luz emitida por dicha fuente. Se mide en lúmenes (lm). La intensidad del flujo lumínico de una lámpara no sólo depende de la fuente, ya que en ella influye el reflector o luminaria. Es importante este dato ya que la cantidad de lúmenes que nos han de interesar son los emitidos por el foco o lámpara en conjunto, y no por una bombilla en concreto.
b. Eficacia lumínica: indica la cantidad de luz emitida en relación a la energía consumida. Dicha relación se expresa en lúmenes por vatio (lm/W).
c. Iluminancia: mide la cantidad de flujo luminoso que incide sobre una superficie (generalmente m2). Su unidad de medida es el lux (lx):
1 lux = 1 lumen/m2.
d. Potencia: indica el consumo de energía eléctrica, medido en vatios (W). Aunque la potencia pueda darnos una idea de la cantidad de luz que una lámpara pueda emitir, no es un parámetro que tengamos que tener muy presente, ya que no tiene relación directa. Por ejemplo, una bombilla LED tendrá una eficacia lumínica mucho mayor que una incandescente.
Los datos anteriores son los que, sobre el papel, pueden darnos una idea de la potencia de un foco. Pero casi tan importante como ellos es la calidad de las parábolas/reflectores/luminarias que albergan a las bombillas, ya que serán en gran parte las responsables de que un haz de luz tenga la correcta anchura y longitud. Sabemos la dificultad de poder comprobar el haz de luz real de un foco, por lo que tendremos que guiarnos por la información ofrecida por los vendedores o por las referencias de los fabricantes.
Para suministrar energía, nos podemos encontrar las típicas pilas AA y AAA, las de tipo CR o las baterías recargables de ion-litio mediante conexión USB. Estas últimas son muy recomendables ya que nos olvidamos de invertir en pilas y poseen una mayor potencia. Es imprescindible verificar la batería antes de cada salida y, si nuestro foco es de pilas, no estaría de más llevar alguna de repuesto por si nos fallan durante la ruta. Una buena idea es, si disponemos de un segundo foco, llevarlo en la parte delantera del casco. De esta manera conseguimos mayor poder de iluminación y, como consecuencia, portar con nosotros una luz de emergencia por si una da problemas.
2. Visión/visibilidad:
Para tener una óptima visión nuestros ojos han de estar correctamente protegidos. Por ello no debemos obviar el uso de gafas por el mero hecho de ser de noche. Más que nada porque los insectos, atraídos por la luz que producimos, acostumbran a introducirse en nuestros ojos, al igual que el polvo en suspensión y humo de los coches, así como salpicaduras si el suelo está mojado. Dependiendo de si la ruta la comenzamos siendo aún de día o totalmente de noche, podremos optar por las diferentes configuraciones de gafas que los fabricantes nos ofrecen. Por ejemplo, los cristales fotocromáticos son perfectos aliados para las rutas día-atardecer-noche. Con un solo modelo de gafas tendremos la tonalidad de lente apropiada para cada momento. A saber:
a. Cristales fotocromáticos fabricados en masa:durante el proceso de fabricación, el material fotocromático se incorpora en el propio cuerpo de las lentes. La ventaja es que la activación es mucho más rápida, los cristales se oscurecen mucho antes.
b. Cristales fotocromáticos de lámina superficial:cuando el cristal está casi terminado, se añade una fina lámina fotocromática (en la cara externa). Después, dicha lámina es recubierta por un tratamiento endurecido para que no se desprenda con facilidad. La lente es más económica de fabricar, aunque también menos eficaz.
Si estamos seguros de que sólo vamos a salir de noche o el día anda nublado, podemos optar por los cristales transparentes. La mayor parte de las gafas de gama alta suele incluir lentes de repuesto sin tintado que, incluso, podemos llevar con nosotros sin mucho problema.
Ser vistos
Casi tan importante como ver correctamente es que nos vean. Y es que gran parte de nuestra seguridad dependerá de cómo y cuándo nos vean los demás vehículos. Podemos destacar varios apartados en esta materia:
1. Iluminación trasera: además de por ser obligatorio, es básico ser vistos por los vehículos que nos siguen, de hecho, la mayor parte de los atropellos a ciclistas son por alcance. Como en la luz delantera, es recomendable no utilizar la función parpadeante una vez sea de noche. Las bombillas utilizadas pueden ser incandescentes o del tipo LED. No es mala idea, para hacernos aún más visibles, instalar también algún piloto en la parte trasera del casco.
Existen en el mercado pilotos con modo diurno (muy recomendable) con mayor potencia de luz y otros con una gran iluminación lateral que nos hacen visibles desde distintos ángulos. Como hemos comentado, la DGT obliga a llevar también un catadióptrico o reflectante trasero de color rojo.
2. Ropa reflectante: de poco nos servirá llevar una feria de luces si nos vestimos con ropa oscura. Además, volviendo a la normativa de la DGT, es obligatorio llevar alguna prenda reflectante, aunque se trate del típico chaleco de los coches. El caso es que contrastemos con la oscuridad de la noche y nos hagamos ver.
3. Partes en movimiento: no os preocupéis, no vamos a recomendar que instaléis reflectantes en las ruedas o pedales. Pero sí tenemos que aprovechar las partes en movimiento de nuestro cuerpo para hacerlas llamativas y muy visibles en la oscuridad. Por ejemplo, con calzado de color claro y llamativo o calcetines vistosos. Y si la noche es fría, nada de cubrezapatillas oscuros, mejor en colores flúor y/o con alguna banda reflectante.
La clave es que seamos visibles para el resto de vehículos, como mínimo, a 150 metros de distancia.
Prepararnos para la noche
No todos los preparativos han de ir encaminados a hacernos visibles desde el espacio exterior. Rodar de noche conlleva tener en mente otros aspectos muy importantes para evitar sufrimientos en la oscuridad:
1. Abrigarse: En la época como la que se nos avecina, el sol ejerce gran influencia en la temperatura durante el día, pero en cuanto el astro solar desaparece, y más si nos movemos por zonas rurales y/o de montaña, la temperatura puede caer más de lo esperado. Es muy recomendable hacer sitio en los bolsillos del maillot a una prenda cortavientos o similar que pueda protegernos ante el bajón térmico.
2. Protección antimosquitos: por un lado, las mencionadas gafas evitarán que nos entre algún insecto en los ojos. Por otro lado, llevar de noche un casco tipo ‘aero’, con mayas de protección o con las cubiertas para lluvia también pueden evitar entradas indeseadas de insectos.
3. La ruta: tenemos que salir de casa con las ideas claras. De día no importa la improvisación, perdernos un rato o no saber dónde estamos ya que, con un poco de orientación, intuición o, simplemente preguntando, daremos rápidamente con la dirección adecuada. Pero de noche todo se complica, así que mejor no hacer experimentos y rodar por lo conocido. Incluso dejar dicho a la familia o amigos cuáles son nuestras intenciones. Es más, si rodamos acompañados, mucho mejor. Por cierto, en estas situaciones no tenemos excusas para no llevar batería en los teléfonos móviles.
4. La bicicleta y su mantenimiento: Tener que pararse en el arcén a arreglar cualquier percance por la noche no es nada agradable (por no mencionar lo peligroso que es), así que tenemos que evitar en la medida de lo posible estas situaciones. Como ya hemos repetido en ocasiones anteriores, llevar un correcto mantenimiento de la bici es una buena forma de minimizar riesgos. También conviene minimizar al máximo las posibilidades de pinchazo, utilizando el sistema Tubeless, bandas antipinchazos, cámaras con líquido… Todos estos sistemas pueden suponer un incremento de peso o resistencia a la rodadura, pero por las noches ‘no vamos a romper el crono’.
Como conclusión final, lo primero que hemos de adoptar al rodar de noche es sentido común, buscar qué aspectos pueden mejorar o empeorar nuestra visibilidad y cómo podemos destacar en la oscuridad. Sea como sea, lo que tenemos es que buscar la mayor seguridad ante todo.
Visibles también de día
Aunque de día haya luz, debemos tener en cuenta aspectos como los contrastes sol/sombra, la incidencia del sol, o la poca visibilidad de días muy nublados.
Por eso es muy recomendable equiparnos con ropa llamativa y llevar luces de posición delantera y trasera. De hecho, una luz trasera parpadeante es ideal. Pueden servirte como ejemplos los datos que da la DGT y que hablan de que un coche con luces diurnas es visible desde aproximadamente 240 metros, mientras que un vehículo oscuro sin ellas, al atardecer, empezará a ser perceptible sólo a los 30 m, lo que da una idea de la importancia que es ser visible también de día.
¿Sabías qué son los vientos de montaña?
Al caer la noche, debido al enfriamiento a mayor velocidad de las laderas de una montaña con respecto al fondo de los valles, el aire se dirige desde las pendientes, que están más frías, hacia el centro del valle, más cálido. Al chocar entre sí se producen los denominados vientos de montaña, que tienen una alta velocidad y una dirección desde la cabecera hacia la desembocadura, a una altura cercana al suelo. Como supondréis, su temperatura será considerablemente más baja que la del propio valle (aumenta el frío). Este fenómeno es muy común en días despejados.