Este año puede que esté siendo atípico, bueno, es atípico. Y es que la pandemia que desgraciadamente nos está tocando vivir nos tiene enjaulados. Este motivo está llevando, tanto a los habituales usuarios del medio rural como a los que no lo son, a salir los fines de semana (y no fines de semana) a respirar al campo y a la montaña. Comunidades con una alta densidad de población están viendo como la masificación de los caminos se ha convertido en una realidad que, muy posiblemente, no termine cuando la pandemia acabe. Y es que hacer deporte al aire libre ha enganchado a muchos que no van a dejar de disfrutar del medio natural aún cuando la pandemia haya pasado.
Ello supone que en los caminos por los que habitualmente disfrutábamos en soledad (o casi) vamos a tener que aprender a convivir con otros usuarios (bien sean otros ciclistas o caminantes, corredores, caballistas…) en la mayor armonía posible. Y para evitar problemas y poder exigir a otros que nos respeten, antes tenemos que saber cuáles son las normas que imperan para la circulación (no todo el monte es “orégano”) y cuáles son los errores más comunes que podemos cometer para de esta manera poder evitarlos:
1.Respeto al resto de usuarios:
Las normativas existentes actualmente (ya sea la Ley de Montes o los conocidos Planes de Ordenación de Recursos Naturales – PORN) nos dicen, como premisas y algo que tenemos que meternos en la cabeza, que debemos respetar, en primer lugar, a los animales (ya sean de la fauna más salvaje como al ganado, caballistas,…) y, en segundo lugar, a los usuarios de a pie (senderistas, montañistas,…). Pero es que, además, el propio Imba (International Mountain Biking Association) tiene en su código dicha norma. Y es que somos el último eslabón de la cadena: debemos respetar y ceder el paso. Pero cada vez es más frecuente ver lo contrario. En muchas ocasiones no somos respetuosos, siendo (con razón) una molestia para el resto de usuarios. Y es que, juntarnos en un sendero de poco más de 50 cms de anchura varios ciclistas, tres personas a caballo y cuatro senderistas es un conflicto que solamente se arregla cediendo y siendo educados, parándonos si hace falta y echando el pie al suelo (no pasa nada por perder unas ‘’décimas’’ de segundo). Pero el problema también viene a veces cuando sobrepasamos la lógica. Y es que si en esa misma situación nos juntamos un club con 30 ciclistas, el conflicto está asegurado. Aunque la Ley de Montes 2015 establece una serie de normas, deja a cada Comunidad Autónoma la regulación en sus montes, debiendo tramitar un permiso a la Consejería de Medio Ambiente de cada Comunidad cuando se va a circular por campo en grupo, siendo el límite variable, dependiendo de la propia comunidad o del tipo de terreno por el que vayamos a ir (parque nacional, regional, vías pecuarias,….), encontrando comunidades que limitan el acceso a grupos de más de 50, de 15 o incluso de 10 ciclistas. Es cierto que las autoridades, con respecto a actividades sin fin económico, no suelen meterse mucho en este tema, pero tenemos que saber lo que dice la Ley. Así que también es necesario que sepamos que las Autoridades pueden por ello sancionarnos con una infracción leve, llegando a ser grave en caso de reincidencia o incluso muy grave.
Pero es que, además, si se determina un delito medioambiental, estaríamos hablando de responsabilidad penal, con juicio y sentencia de por medio. Acciones que debemos tomar:
I. Respeto al resto de usuarios. La educación y las buenas formas siempre nos harán contar con puntos a nuestro favor. Aminoremos la velocidad ante cualquier usuario, aunque estemos en pleno descenso.
II. Intentemos planificar nuestras rutas, sabiendo de antemano el tipo de caminos por donde vamos a circular, pudiendo de esta manera organizarnos en varios grupos y quedar en un mismo punto de llegada. Aunque la ley nos permita ir hasta 50 ciclistas (en el mejor de los casos), seamos, ante todo, lógicos en nuestros planteamientos.
2.Respeto al medio ambiente:
Somos usuarios de un entorno que lleva muchos años entre nosotros. ¿Por qué tenemos que maltratarlo? Pues la verdad es que, poco a poco parece que nos estamos relajando y estamos comenzando a ver cosas que no nos gustan. Enumerando:
I- Los desperdicios están empezando a aflorar como flores en primavera: envoltorios de geles y barritas, bidones de agua, cámaras usadas,….Parece mentira estar hablando de este punto en un deporte que vive del medio natural, pero es la realidad. Es IMPERDONABLE esta actitud. Si nosotros no cuidamos el medio que utilizamos, ¿cómo vamos a esperar que otros usuarios del monte o las propias administraciones nos respetan a nosotros? No hay justificación, ni participando en una carrera ni nada. Hay que ser limpios y respetuosos. Destacar que la Ley de Montes 2015 tipifica estas acciones como infracciones graves, pudiendo incluso, según el daño, a ser consideradas muy graves.
II- Está terminantemente prohibido alterar el medio natural. Echamos mano de los conocidos PORN donde se nos dice que “…las actividades ciclistas se desarrollarán de forma compatible con la conservación del medio natural y de los recursos naturales del ámbito de ordenación…”. En resumidas cuentas, ¿por qué nos dedicamos a realizar nuevas variantes de los caminos existentes, a mover piedras, a quitar plantas que nos molestan, a construir rampas o peraltes para curvas, etc, etc? (Según la Ley de Montes 2015, todo esto puede ser considerado infracción grave o muy grave). No somos los dueños del campo.
III- Tampoco debemos molestar a la fauna. ¿Por qué tenemos que ahuyentar a los animales que están plácidamente en su medio natural? Ya que la bicicleta es un medio de transporte que no emite contaminación acústica, no la provoquemos nosotros con gritos o alaridos, o con megafonía no autorizada en reuniones de amigos o clubes. No persigamos animales porque sea divertido, sean salvajes o sean ganado.
IV- Las acciones a tomar están claras:
a. Seamos previsores. Llevemos con nosotros alguna bolsita (tipo las de conservación de alimentos, por ejemplo) para echar los desperdicios. De esta manera no mancharemos los bolsillos de nuestras prendas o de la mochila. Tampoco abandonemos las cámaras. Es cierto que a veces, al quedar en ellas algo de aire, se hace complicada la operación de volverla a enrollar: paciencia y, si aún no nos cabe donde la queramos llevar, podemos hacer un pequeño corte para que expulse el aire (ya la repararemos en casa).
b. Otra vez tenemos que hablar de la planificación de la ruta. Si consideramos que no tenemos cierto nivel técnico o físico para según qué caminos, o evitamos pasar por ellos o, si nos decidimos a circular por ellos, pasaremos las zonas más técnicas a pie o con la bici a cuestas. Nada de quitar plantas o colocar piedras, así como abrir nuevos pasos. Y si queremos disfrutar de saltos imposibles, o aprovechamos la orografía existente o nos vamos a un Bikepark.
3.Respeto a las normas:
Según distintos PORN “…la circulación de bicicletas de montaña en las zonas del ámbito de ordenación que admitan este uso se limitará a pistas forestales y caminos abiertos por maquinaria de anchura de plataforma superior a los tres metros, así como a las pistas, caminos, senderos, vías pecuarias, vías de tránsito y rutas tradicionalmente utilizados; salvo en las Zonas de Reserva donde estará prohibida y sin perjuicio de la regulación que sobre esta actividad establezcan los instrumentos de gestión de los espacios naturales protegidos que se declaren…”. Tenemos que ser un ejemplo para que nadie nos tache de irrespetuosos. Es importante que:
I- Respetemos las indicaciones que nos encontremos. Si existe alguna prohibición, tenemos que cumplirla. Si no adentramos en una propiedad privada donde hay una verja para el ganado, dejémosla cerrada. Y si la encontramos abierta, pues la cerramos también, por si acaso. Tenemos que saber que, si existe alguna prohibición expresa de no adentrarnos en algún terreno privado, ha de estar señalizada.
II- Podemos estar a favor o no de la caza, pero ello no significa que no debamos respetar las normas existentes al respecto. Tenemos que tener claro que los cazadores tienen sus derechos (Ley de Caza de 1970) y que no podemos invadirlos. Debemos saber los períodos de caza que existen en nuestro entorno y del peligro que conlleva circular por cotos de caza. Dentro de dichos períodos de caza que se establecen en cada Comunidad, es importante informarse bien de los días hábiles para la caza (esta información suele encontrase en la Consejería de Medio Ambiente), ya que suele estar permitida los jueves, sábados y domingos, añadiendo los festivos en otras zonas de nuestra geografía, o directamente siendo hábil cualquier día de la semana. Ahora bien, se establecen zonas de seguridad en las cuales queda prohibido el ejercicio de la caza: como es en las vías y caminos de uso público, las vías pecuarias, los núcleos urbanos y rurales. En consecuencia los caminos rurales y vecinales están protegidos y no deben verse afectados por los peligros que la caza conlleva. Otra cosa son las servidumbres y los posibles caminos privados.
4.También podemos denunciar: es más, debemos denunciar.
Y es que otra manera de cuidar nuestro entorno es dar conocimiento a las autoridades de otros actos irrespetuosos que veamos. Escombreras, basura, destrozos en la flora, incumplimiento de normas por otros usuarios,…..a veces nadie pone soluciones por desconocimiento. Podemos ser la voz del medio natural. Por no hablar de las trampas que los indeseables colocan para hacer daño, ya sea a nosotros, a otros usuarios de dos ruedas o la fauna existente.
Debes saber que…..
Has de consultar a la Consejería de tu Comunidad para saber exactamente las normas que rigen cada espacio. Es un lío importante, y en general existen normas muy genéricas que dejan siempre abierta la libre interpretación de las autoridades. A grandes rasgos, la Ley de Montes 2015 rige las normas en el territorio nacional, aunque, como ya hemos comentado, deja que cada Comunidad tenga las propias. Si hablamos de un Espacio Natural Protegido (ENP), será el Plan de Ordenación de Recursos Naturales (PORN) el que dictamina las normas, a través del Plan de Rector de Uso y Gestión (PRUG) y el Plan de Uso Público (PUP). En estos tres instrumentos se establece el uso público, las conductas sancionables y sus correspondientes sanciones.
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