El corredor del Movistar Matteo Jorgenson formó parte del nutrido grupo de prófugos que protagonizaron la última París-Roubaix, pero acabó por no poder seguir el paso a Florian Vermeersch (Lotto Soudal) o Gianni Moscon (Ineos Granaderos), que resistieron la llegada de los favoritos y jugaron sus cartas cerca del final.
El estadounidense del equipo español sufrió un bajón en la segunda fase de la carrera y acabó relegado al puesto 65, a más de 16 minutos del vencedor, Sonny Colbrelli (Bahréin). Parece ser que empezó a tener problemas de estómago, aunque luego reveló que lo peor llegó pocos días después de la carrera francesa. “Una noche me enfermé mucho. Por suerte, tengo un vecino que es médico y tuve que despertarlo a las tres de la mañana, porque me sentía cada vez más débil, con fiebre”, cuenta Matteo Jorgenson, quien llegó. urgentemente al día siguiente al hospital, donde los análisis de sangre revelaron resultados inesperados.
“Se encontraron bacterias en mi sangre, la mayoría de origen animal. El médico me diagnosticó una enfermedad que solo ocurre cuando alguien se inyecta o ingiere heces de animales”, dijo el ciclista.
Los problemas de salud de Jorgenson, que había quedado octavo en París-Niza 2021, pueden haber sido provocados por todo el barro que se acumuló en su rostro durante la París-Roubaix, donde residiría algún resto de heces y que injirió, evidentemente, sin querer.