Las ventajas que ofrecen las ruedas lenticulares, hablando de rendimiento, son variadas: de hecho, no hay más que ver las diferentes modalidades de ciclismo en pista que hay para darse cuenta de ello.
El no tener en su diseño una típica construcción con radios hace que la penetración aerodinámica sea óptima: el disco sólido que sustituye a los radios es el causante. Por cierto, si observamos detenidamente el disco, veremos que no es del todo plano, sino que posee cierta curvatura que lo asemeja a una lente (como de una gafa): de ahí viene el nombre de ruedas lenticulares.
“Los primeros estudios que se efectuaron al respecto demostraron que esta solución permite obtener una óptima penetración aerodinámica, o lo que es lo mismo: reducir la resistencia aerodinámica, la verdadera adversaria en una carrera contra el tiempo”, leemos en una nota de Campagnolo haciendo referencia a sus ruedas lenticulares Ghilbi 0.9.
Dentro del diseño lenticular, los fabricantes pueden diseñar con un ángulo de caída mayor o menor (hablamos de la propia caída desde el buje hasta el neumático): cuanto más pequeño, evidentemente la sección frontal será menor, por lo que la resistencia aerodinámica es más baja.
Lo bueno de rodar en pista es que no hay viento, por lo que no hay riesgo a que estas ruedas se vieran afectadas por el temido efecto vela. Además de la aerodinámica, el deslizamiento en la propia pista en fundamental: los rodamientos cerámicos, de muy baja fricción, se muestran ideales para rodar.
El disco ha de tener varias características: por un lado, ha de ser lo suficientemente rígido para aguantar el peso del ciclista pero, además, ha de ser muy ligero ya que los discos son grandes: la fibra de carbono, a día de hoy, es el material ideal.
Por último, destacar los neumáticos: han de ser especiales ya que en estas bicicletas las curvas siempre se toman a izquierdas y, además, se rueda en pendiente.
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Crédito de las imágenes: Campagnolo