Los suelos empedrados y de tierra definitivamente no son, ni mucho menos, los favoritos de este escritor-ciclista de GoRide a punto de cumplir su cincuenta cumpleaños. Pero la invitación de Specialized Iberia para participar en la Aveiro Spring Classic de este pasado fin de semana me hizo meterme de lleno en ella…

Y de entrada por dos motivos esenciales, que básicamente se “diluyen” en uno solo: la oportunidad de realizar esta peculiar Granfondo, con características únicas como el recorrido con un relieve poco habitual y el solado en el contexto de estas pruebas (plano y con sectores de ‘pavé ‘ y ‘sterrato’), y la posibilidad de hacerlo con una bicicleta como la Specialized S-Works Aethos, una máquina con unas cualidades inmensas, que ya conocíamos, por cierto, de las pruebas en estas páginas (relee la prueba en este ENLACE)

Se superaron las expectativas. La Aveiro Spring Classic, un evento bajo el auspicio y el sello de calidad de la organización por parte de la empresa Cabreira Solutions, resultó ser una experiencia interesante para repetir.

Por el ambiente creado por los organizadores y participantes, el paisaje que lo rodea, el recorrido y sus características, la velocidad… ¡y qué velocidad! Y la Specialized S-Works Aethos, que ya nos había seducido tanto en la citada prueba por sus grandes prestaciones y sobre todo por la referencia de extrema ligereza en una bicicleta de serie con frenos de disco, trascendió lo que esperábamos de ella en unas tan distintas y agresivas superficies.

El sábado del fin de semana del evento se dedicó a la presentación de la Aethos a periodistas de la prensa especializada ibérica por parte de Specialized y a un viaje de medio centenar de kilómetros por Aveiro y alrededores, esto para adaptarse a la bicicleta y reconocer algunos sectores del curso de la Clásica de Primavera.

Dos “single tracks” derivadas de las pisadas por ruedas de vehículos a motor y algo de lodo de las lluvias de los últimos días nos dejaron temiendo por nuestra seguridad.

Desde entonces, sentimientos encontrados. Por un lado, si con la Aethos fue un grato reencuentro, el paso por algunos de los tramos de tierra de la competición, especialmente el de Bruxa, el más largo, con más de cuatro kilómetros de recorrido, nos hizo temer por hacerlos al día siguiente en una alto ritmo de competición.

Dos huellas solitarias, pisadas por ruedas de vehículos a motor, y algo de lodo de las lluvias de los últimos días nos dejaron temiendo por la seguridad. Pero pronto los más “astutos” en estas situaciones trataron de tranquilizarnos; nada que la presión correcta de los neumáticos no pudiera resolver. Hay que creer en la sabiduría de otros…

El domingo nació soleado y prometiendo temperaturas suaves. Condiciones óptimas para el ciclismo. Nos presentamos en la salida, con más de mil participantes, en un ambiente propio de una Granfondo: los nervios que preceden a la salida mezclados con las mariposas en el estómago de los ciclistas -muchos de ellos corredores- y de las bicicletas, todo el colorido de la inmensa multitud preparándose en los ‘boxes’, el espectáculo sonoro del ‘parlante’. Y, en los últimos instantes antes de la salida, el intercambio de deseos de buena suerte y el repiqueteo de los tacos de las zapatillas calzando los pedales. ¡Vámonos!

Después de nuestras primeras grandes rutas con la Specialized S-Works Aethos, quedó claro que estábamos en excelente compañía. Una máquina imponente…

Después de los primeros dos kilómetros, neutralizados, la salida real fue realmente… rápida. El inmenso pelotón se lanza a toda velocidad, incluso dentro del perímetro urbano de Aveiro. Sólo los atrevidos, diestros en el manejo de la bicicleta, experimentados en resistir constantes apretones, giros y rodeos, resisten el ritmo de la cabeza del numeroso grupo. También los corredores, por supuesto, y algunos locos. Nosotros, excluidos de cualquiera de estos ‘grupos’, no tardamos en encontrar un ‘tempo’ adecuado en uno de los grupos secundarios.

Con los primeros pedaleos sobre la Specialized S-Works Aethos, quedó claro que estábamos en excelente compañía, con una máquina imponente. Las mayores irregularidades se concentraron en los 20 kilómetros iniciales: subidas cortas mezcladas con algunas pendientes pronunciadas. Tenemos que destacar la vena trepadora de esta bicicleta de alta montaña gracias a su inigualable ligereza, hasta el punto de situarla por debajo del peso mínimo reglamentado por la Unión Ciclista Internacional (UCI), con tan solo 6,2 kg (en talla 56 y sin pedales). También nos sirve este dato para explicar su agilidad.

Nos enfrentamos al primer sector de tierra, girando a 90 grados para salir de la carretera asfaltada y acercándonos a más de 40 km/h. Todos quieren colocarse justo en la entrada del ‘sterrato’.

La Aethos es un ‘lobo con piel de cordero’. La geometría tradicional del cuadro, diferenciándola del estándar moderno en el que se encuentra la Tarmac SL7, las líneas y los ángulos conservadores, pero con amplios ajustes que permiten establecerla en la geometría de la bicicleta de competición por excelencia de Specialized.

Otro clasicismo es el ‘cockpit’ de dos componentes (manillar y potencia por separado) y sin cableado integrado. Aunque la versión Founder’s Edition lleva de serie el nuevo puesto de conducción integrado Roval Alpinist, también es más ligera: 247 gramos (medidas de potencia de 110 mm y manillar de 420 mm).

Fue precisamente el manillar el que se nos giró cuando caímos en un agujero (nos pareció un cráter) todavía en los primeros compases de la Aveiro Spring Classic. Un golpe muy violento, que nos hizo temer por la integridad de la rueda delantera o, al menos, de la cubierta/cámara. Afortunadamente no pasó nada malo salvo el mencionado movimiento del manubrio, que requirió el reposicionamiento de las manos en las palancas… readaptación que se realizó un par de kilómetros más adelante.

Justo a tiempo para afrontar el primer sector de tierra. Girar a 90 grados para salir de la carretera asfaltada, pero antes acercándose a más de 40 km/hora. Todos querían entrar bien colocados. Frenamos, y allá vamos… Unas decenas de metros dentro del ‘sterrato’, palpamos el terreno, con cautela. Pero rápidamente notamos que el grupo se estiraba y frente a nosotros se abría el espacio. Vuelvo a mirar a dos exploradores, un coche de apoyo neutral y… la ambulancia. Es mejor que nos pongamos en marcha.

La Aethos avanza sobre el ‘sterrato’, pero parece que sigue sobre el asfalto. La comodidad y fluidez con la que avanza son impresionantes. No hay necesidad de más rigidez en el cuadro y las ruedas súper livianas Roval Alpinist CLX de 33 mm, las bielas Shimano Dura-Ace Di2 (existe también un modelo que dispone grupo Sram Red AXS de 12 velocidades) y todos los periféricos contribuyen a la alta fuerza de torsión

Impresionante la fuerza y ​​disposición de unos ciclistas que imponen el ritmo en nuestro grupo. Lo alabamos por su capacidad (y generosidad) que ni siquiera tenemos que colaborar en el esfuerzo…

En cuanto a los platos y bielas, es obligatorio elogiar la integración del medidor de potencia Shimano Dura-Ace (doble), un instrumento cada vez más necesario en las bicicletas de alto rendimiento…. En la primera hora, tras la fase de mayor desnivel acumulado del recorrido, la media es de 39,5 km/hora.

En nuestro grupo es impresionante la fuerza y ​​disponibilidad de unos ciclistas que imponen el ritmo. Lo alabamos por su capacidad (y generosidad), que ni siquiera tuvimos que colaborar en el esfuerzo – es la realidad, y cuando eso pasa, hay que decirlo… Ni la acumulación de sectores de ‘sterrato’ y  ‘pavé’ (pocos) -ni las inclemencias del viento costero- hacen que baje la media horaria. Por lo contrario. En la segunda hora, 41 km/h de media…

Tenemos la tentación de arriesgarnos, de ‘hacer (nuestra) carrera’ por este camino de tierra al borde de la ría…o quedarnos sin ‘gasolina’ hasta la meta.

A los 100 km, ya sólo a 20 km del final en Aveiro, nos encontramos ante el plato fuerte del recorrido: el infame sector de la ‘Bruja’. Los malos recuerdos del reconocimiento de ayer ya se han desvanecido con el rápido transcurso de las etapas previas de la carrera. Tenemos la tentación de arriesgarnos, de ‘hacer (nuestra) carrera’ por este camino de ‘terracería’ al borde de la ría, o simplemente quedarnos sin depósitos hasta la meta.

Así que decidimos probar lo primero. Empezamos con precaución, ganando velocidad en las primeras decenas de metros en las que se estiraba el grupo de unos 20 ciclistas, alineándose unos en las ruedas de otros, la mayoría en el ‘carril’ de la derecha, tal y como marcan las… normas de circulación. Para adelantar saltamos a la pista paralela y apretamos los pedales al máximo. No hicimos amigos. Y acompañantes… de vez en cuando.

Seguimos a un ‘poderoso rodillo’ que nos ganó unos 20 metros. Intentamos cerrar el espacio, pero no fue fácil. Esos 4 km desde la Bruja se hacían interminables, pero ahora, por lo que podía ver, estábamos solos… y en riesgo. Finalmente, el final. Las piernas se sentían ‘embrujadas con tanto ácido láctico’. Y no atrapamos al dichoso fugitivo. En cambio, en el último momento alguien de nuestro círculo saltó y sí logró hacerlo.

La energía se desvanece y la Aethos pide más… posee un gran dinamismo, es eficaz al rodar, al subir y al bajar. Pero las piernas palpitan, la energía cae, el pulso también…

Faltaban 12 kilómetros. Y un sector empedrado, el más grande, el ‘Cais’. Nosotros también lo reconocemos. Siempre quedan fuerzas al final, pero se estaban acabando. Con nosotros, dos ciclistas. Un español, que accedió a compartir esfuerzos, a pesar de su evidente desgaste, y un portugués, Paulo Fonseca, Master C (M50) como nosotros, conocido de las andanzas del Granfondo, que alegaba agotamiento. Aparentemente…

La energía se desvanecía y la Aethosnos pedía más. ‘Señora de gran dinamismo’, eficaz al rodar, al subir y al bajar…. Llegamos a Aveiro. Últimos dos kilómetros. Pero las piernas palpitan, la potencia cae, el pulso se cae… Paulo Fonseca toma la delantera y acelera.

Primera consecuencia: descarto a los españoles. Tomamos su rueda, que ofreció sin rechistar. Había recuperado el aliento, estaría compensando el viaje. Y, ¿qué clasificación tendríamos?

Nos quedamos a cubierto hasta la entrada a la meta y aceleramos con fuerza. Era más fuerte que nosotros. Creemos que fue una decisión justa y correcta. Es el ciclismo, y lo que amamos, y para eso estábamos allí.

Paulo, esperamos verte de nuevo en la próximo Granfondo, quizás en Torres Vedras (y preferiblemente con una Aethos…). Si nos encontramos en algún lugar de dicha prueba, sería una buena señal. ¡Que estaríamos a tu nivel!. Al menos en este momento. Un abrazo.

N. de R: Esta prueba ha sido protagonizada por nuestro compañero Ricardo Costa en la edición portuguesa de GoRide.

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